Un producto con historia
Sobre el origen, numerosas páginas apuntan a la protección, necesidad de cubrirse y busca la impermeabilidad ante los cambios de temperatura
Un producto con historia
La fabricación del ladrillo y la baldosa rústica no es una novedad. Sí el proceso, o bien, la mejora y evolución de la técnica, pero para obtener el producto auténtico de calidad, respetando el cuidado del material y la propia esencia, hay que saber cuáles son los orígenes, porque se emplearon para mejorar la seguridad y la defensa, así como ha derivado en otro tipo de arte, que se suma a la manifestación del ser humano en dar algo más. Por lo tanto, el ladrillo rústico se hace a mano, secado al aire, cocido en horno alfarero tradicional, a pesar de las últimas variantes. La sociedad árabe, en sus asentamientos en Andalucía, ya lo empleaban como elementos de decoración, siendo los países de origen árabe un cliente potencial por su interés, recuerdo y empleo en algunas edificaciones tradicionales, alejadas del potencial desarrollo social y cultural de las grandes metrópolis.
Algunos medios y páginas hablan de la Giralda de Sevilla o Medina Zahara, dos importantes construcciones que llevan el distintivo de calidad formado por el uso de los ladrillos rústicos. Los asentamientos árabes necesitaban de una seguridad, cubrimiento, decoración y saber adaptarse a las temperaturas de la Península Ibérica. Los muros de carga principales, los tabiques y el revestimiento contenían el ladrillo, que con el paso del tiempo, fue acompañado de otros aliados, como la baldosa rústica. Siguiendo la técnica de toda la vida, en Rústicos Lobillo se ha analizado la selección del mejor material para la primera mezcla, siempre teniendo en cuentas las excelentes condiciones de Vélez-Málaga, que han favorecido el secado y tratamiento final.
Cualidades
El proceso de fabricación se inicia con la selección de la arcilla que es amasada de forma artesanal. Obtenido el barro, es introducido en el molde, o bien, en las gaveras a mano, con el objetivo de rellenarlas, enrasarlas y moldearlas para sacar el producto final. Cuando pasan unos días, después del secado, la acción del sol y viento, se llevan al horno para la cocción del barro, quedando los ladrillos a disposición para su posterior utilización.
Ventajas
La rapidez del proceso, su sencillez y eficiencia sólo requiere un equipo profesional para el desempeño de las funciones básicas. Tanto en casas de interior como exterior, las ventajas del uso de los ladrillos y baldosas rústicas ha abierto un interés por parte de los clientes extranjeros que valoran su estilo, armonía y la mejora de la calidad de vida de las viviendas, sin dejar de lado su impermeabilidad.
Para más información: